Europa de los 27 se enfrenta a una situación sobre la que no
se había previsto nada, que no fuera solo lo previsto en sus normas de
adhesión. Nunca hasta ahora la UE debe de negociar la salida de un país
miembro. Sabemos cómo son los pasos para entrar, y así desde la constitución
del inicial Mercado Común, han sido muchos los países los que han ido
recorriendo el complejo y largo camino que deben transitar, para convertirse en
un Estado miembro de la Unión Europea. Pero como he indicado nunca se ha negociado
una salida.
En la prensa de hoy he encontrado este artículo, titulado
“las posibles brechas en el camino a un acuerdo del brexit”. ¿Qué es el brexit?
Lo primero que me llamó la atención fue la palabra. Hasta que no descubrí que
proviene de la unión de parte de dos palabras inglesas que son Britain y exit,
que traducidas son Britania y salida, no fue hasta ese momento cuando comencé a
pensar en la importancia del tema. La salida del Reino Unido de Europa, de la
Unión Europea. Y claro este tema puede producir grandes consecuencias
económicas y sociales en un futuro próximo, muy próximo.
Y tras el referéndum del pasado mes de junio se produjeron
consecuencias inmediatas, como fue la caída de la libra esterlina frente al
euro, y otro tema más importante, signos de xenofobia a los extranjeros,
especialmente no europeos.
Pero parece que la salida, que el brexit, hay que hacerla.
Este camino está por descubrir, no se sabe ni cómo hacerlo, ni cuánto va a
costar, ni cuándo será efectiva.
El artículo publicado en el periódico Expansión y escrito
por Alex Barker del Financial Times, dice que habrá baches y curvas en este
camino, y el primer bache es que las negociaciones pueden empezar tarde. La
primera ministra Theresa May, no tiene previsto invocar la cláusula del artículo
50 del tratado de la UE, hasta lo más pronto, marzo del 2017, es decir casi un
año después de producirse el referéndum en el Reino Unido. Pero es a partir de
que invoque dicha cláusula cuando comienza el plazo establecido de 2 años para
que se produzca la salida consensuada, pactada, y controlada. Pero el artículo
avisa que puede que no sea así.
Primero porque la negociación formal, no comenzará hasta que
Europa, fije las denominadas directrices y un mandato preciso de la
negociación. Y esto cree el autor que puede demorarse, a criterios de los
futuros negociadores al menos, 6 meses. Por tanto para fijar unas reglas antes
hay que negociar 6 meses, desde marzo. Ya estaremos en septiembre de 2017, y no
se ha negociado.
A estos plazos se les une que comenzada la negociación
debería alcanzarse un acuerdo y su ratificación en un plazo no superior de 14
meses, pues se complicaría dado los procesos electorales de la propia Unión
Europea que son en mayo de 2019.
Este camino conlleva además las ratificaciones del
parlamento europeo y el británico, y algunos piensan que puede que los
parlamentos nacionales de los estados miembros. Es decir puede demorarse sin
control.
La próxima primavera es un momento peligroso… pero otoño
podría ser duro para Reino Unido. Y así lo indica el artículo pues considera
que siendo importante el cumplimiento de plazos puede que no sea prioritario
para la Unión Europea, pues habrá estados miembros de vital importancia como
Francia y Alemania, que estarán en sus problemas internos, y por tanto las
prioridades serán otras.
Parece que la primavera, o mayo de 2018 será fundamental
para haber obtenido un acuerdo de salida, y que esta comience a producirse,
pues de lo contrario las economías podrían comenzar a desconfiar de la
situación y producirse situaciones de huida de capital, pues como todos sabemos
el capital es miedoso.
En conclusión, Europa va a aprender cómo se produce la
salida de un país miembro, pero en este aprendizaje puede que se pierda más de
lo que se espera en estos momentos, y como siempre lo sufrirán los ciudadanos,
y en especial, los más débiles, como son los emigrantes en Reino Unido. Creo
que el referéndum que el propio gobierno británico propició como enganche
electoral, no acertó con la situación que para ambas orillas iba a producirse
con la victoria de Brexit.
Julia Álvaro Barroso.
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